lunes, 28 de septiembre de 2009

Home sweet home


La verdad es que no hace falta irse muy lejos para huír, ni hace falta huir para irse muy lejos.


Quemas etapas, haces análisis de conciencia y te das cuenta que por falta de gestión dejas pasar oportunidades únicas.


La arrogancia me ciega, y ebrio de amor propio reflexiono y llego a absurdas conclusiones. Más cerca de la ficción que de la realidad, una visión subjetiva de mí mismo me hace pensar lo absurdo que soy.


Tengo la guinda pero me falta el pastel, y eso, en un mundo dónde la estabilidad, el equilibrio, la seguridad, protección y sostebinilidad van de la mano de todas aquellas candidatas a pasar el resto de la vida a mi lado, es el mayor y gran problema de mi existencia.

Físico aparte, adorno perfectamente cualquier situación, tengo la calma que hay que tener, divierto más que me divierten, puntualizo con datos verídicos, amenizo con anécdotas curiosas, piropeo y agasajo sutilmente y actúo naturalmente sin pensar en el que dirán.


Pero no transmito seguridad (mi palabra es tan válida como la de un pólitico o un abogado), no soy equilibrado (mis manías superan la paciencia de una persona común), soy extremista en mis actos (sólo entiendo de unos y ceros), no soy constante (aunque lo sea, mi imagen debe mostrar lo contrarío) y no suelo ser una persona abierta.


Todo esto, la fórmula del éxito, lo puede tener hasta un perfecto idiota, de hecho, los idiotas deben ser los jodidos stuntman de este tipo de juegos, si no, no he entendido nada. Esta es la parte fácil, pero o no entiendo las reglas o ambas sólo son compatibles para los galanes de película.


El camino largo, es desde luego más largo, pero puede que te dejes cosas en él si caminas por el corto y fácil.


Siento mis malas formas, mi falta de tacto, mi arrogante posición inamovible y mis cambios salvajes de humor.



Todavía no me he ido y ya echo de menos mis cosas.

martes, 22 de septiembre de 2009

El egoísmo

No creo que sea necesario preocuparse por lo que va, o no, a pasar. Sea lo que sea, y sea como fuere, va a ir bien. Tan bien, que con suerte tendré una muerte sin dolor o terminaré comprando un yate. No lo sé, no me importa, y además no voy a esforzarme en cambiar mi actitud desafiante por conseguir algo, a priori, estandarizadamente mejor.

No necesito un alter ego que haga mis trabajos sucios, y cuando lo necesite será puro decoro.

No necesito prácticamente nada que no pueda conseguir, y eso es sólo cuestión de mentalidad.

No dejo de sorprenderme a mi mismo. El vacío que pensé que llenaría con un desmesurado odio cargado de insultos y desprecios se ha llenado con una profunda decepción e indiferencia, no a modo de protesta, una simple y llana pérdida absoluta de interés.

La autocompasión da pena y tirar la toalla es de absolutos perdedores. No odio a los perdedores, a los conformistas, a aquellos que hacen una montaña de un grano de arena, a los pesimistas o hipocondriacos... sólo me producen un sentimiento de vergüenza ajena por su falta de interés, por su afán por llamar la atención de esta manera o sus débiles personalidades. Esto, claramente, exceptuando los trastornos médicos, los cuales han de ser tratados por profesionales.

No se que es lo que me quita el sueño, pero me lo quita, y ando como un zombie casi doce horas al día. Pero al caer la noche, mis ojos como platos adornan la oscura estampa de mi cama hasta esas horas que depende quién las mire son muy tarde o muy temprano.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Elemental querido diario

El tiempo (además de feacientes pruebas que dicen que no existe), no da la razón, solo la razón y muchas veces "mis huevos" la dan*. Esan son las opciones, tener la razón por puro conocimiento de causa o tenerla simple y llanamente por "mis huevos".


Quiero pensar que me mantengo en un equilibrio 40%-40% entre ambas, dejando un 20% para esas veces que te resignas, agachas la cabeza y aprendes del sabio.


Al igual que intento últimamente no salir de casa sin un sombrero que adorne mi cabeza, intento no salir sin mi dosis de razón, que me adorna el alma.

Es fácil barrer para casa, conducir una conversación y llevártela a un terreno donde seas experto, te sientas como pez en el agua y fascines a los oyentes con datos y experiencias personales.

Todo el mundo lo hace, pero lo difícil reside en hilar los temas, en no aburrir en exceso, en hacer explicaciones para todos los públicos y en saber salir de una conversación con estilo y, a poder ser, haciendo que la otra u otras personas expongan su sabiduría para acabar todos satisfechos y al mismo nivel.

Soy tremendamente malo en esto que acabo de contar, y aunque la teoría pudiese escribirla en un manual de conducta ciertamente útil, nunca haré uso de mis propias normas.

Lo bueno de los años es que te dan experiencia, cambias los huevos por conocimientos y cribas las personas con las que social y personalmente has de quedar bien, bien sea por empatía o por cualquier otro fin, y en el resto de los casos callas, dejas hacer, afirmas y puntualizas brevemente sin mojarte demasiado.

Analizando bien, la razon no tiene ningún valor si no la aplicas a un ámbito profesional, ya que será la que haga de tu trabajo una obra de arte. En el resto de los casos es decoro si la buscas, y simple y llana razón si la tienes sin lucirla, buscarla o incluso quererla. No eres mas guapo por tener razón, ni si quiera listo, quizás leído, cultivado o, como casi siempre pasa, oportunista.

Admiro a la gente que tiene la razón naturalmente, sin forzarlo, aquella que cuando no sabe pregunta, se documenta o simplemente se calla.

Espero no tardar mucho en ser uno de ellos, y confío en que un día el tiempo, me de la razón...

*Era tan malo el chiste que lo pongo al margen:
El tiempo (además de feacientes pruebas que dicen que no existe), no da la razón, solo la razón, un quiosquero y muchas veces "mis huevos" la dan.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Silencio sepulcral

¿No has pensado que si no digo nada, a lo mejor, es que no tengo nada que decir?

Sin embargo, son tantas las cosas que rondan mi cabeza, que necesitaría varías vidas para tan solo entenderlas.

En la variedad está el gusto aunque en mi gusto no haya demasiada variedad. Nunca supuso un problema, tampoco el cuando, realzando así la importancia del como, y para destruir el como, encontré por el camino al ¿por qué?

Al final será este último el que aflore y pinte el lienzo de nuestra verdad, de lo que comunmente se llama personalidad y los más fantasiosos llamamos alma.

No tiene nada de malo creer en lo místico si no le das una trascendecia obsesivo-compulsiva.
Y nada tendrá sentido si capamos la gana (lo siento Santi si te molestan los términos filosóficos) y dejamos que otras almas, posiblemente corruptas, decidan por nosotros.

Hoy el Sr Antonio Lunque, Sr. chinarro para los oyentes, a concedido una entrevista a El Pais.
Sin duda es interesante, pero extraeré de ella un refrán del cual soy partícipe, claro ejemplo o significado en esencia: "explicación no pedida, culpa manifiesta".

Aunque nunca hice ni haré apología a la autodestrucción, que me parta un rayo si quiere. Será la única forma que tendrá un Dios, si lo hay, de poner a cada uno en su sitio.