martes, 26 de enero de 2010

Fumando espero


Absolutamente inútil resultaba cualquier truco o triquiñuela si se trataba de pasar por alto, evitar o simplemente antojar más corto. Es más, cualquier tipo de acción deliberada no hacia si no agravar los efectos de ese profundo sentimiento de vacío.

La distancia era suficiente como para imaginar un océano en ella, fantásticos paisajes, verdes prados e incluso algún que otro animal aún no descubierto por la ciencia.

El prefería dormir, despojarse de esos minutos y viajar , con una única ilusión, viviendo por obligación los espacios de tiempo, largos a su parecer como meses, entre sueño y sueño.

A veces todo era tan real que odiaba el despertar, la vuelta a la tediosa y aburrida rutina del nada que hacer, al echar de menos y a las cuentas atrás de traicioneros relojes trucados en su contra.

El recuerdo le llenaba de ilusión cuando esperaba el día de partir, y el propio presente, mejor que cualquier situación creada por su imaginación, le mantenía en vela los 3 o 4 días de sus visitas al paraíso.

-Desearía no volver- eso decía refunfuñando y maldiciendo a su karma entre dientes y con los ojos clavados en aquellos azules que tan hipnotizado le dejaban.

Si no tuviese vergüenza lloraría, eso casi seguro, pues no encontraba peor momento en la vida que los lunes por a tarde.

Las despedidas en la estación de tantas películas le resultaban familiares, las canciones tristes le conmovían y su salud se mermaba con el paso de los meses.

Eso sí, esperaba el momento, cada vez mas cercano, de que todo acabara; y su vida, por fin, tomara el camino que se merecía.

Ya lo decía Serrat

martes, 12 de enero de 2010

Sin prisa, por favor


Sobradamente se podría afirmar que has de haber perdido algo, o por lo menos, darlo totalmente por perdido, para valorarlo como se merece. También que actuar por impulsos es peligroso y divertido a partes iguales.

Es estúpido el ser humano, capaz de burlar a la sabia naturaleza y sus instintos para complicarse la vida. Aunque cierto es que merece la pena sufrir años por conseguir aunque sean unos pocos minutos de auténtica felicidad.

Y así toda la vida. En busca de aquello que cada cual entiende por felicidad, repartiendo codazos a diestro y siniestro para abrirse paso entre una multitud cegada por las luces de la gran ciudad.

La gran ciudad, que todo lo corrompe y prostituye. Comida rápida, café para llevar, venta on-line y maquinas dispensadoras de casi cualquier cosa que puedas imaginar.

No queda tiempo para nada, todo se mueve rápido y será mal visto el que levante la cabeza del suelo para brindar un "buenos días".

Estaciones rebosantes de gente que va y viene, despedidas en el andén como en los viejos tiempos y ordenadores que sustituyen a los anticuados libros.

Echo de menos la gran ciudad, al menos la mía, echo de menos dormir poco, vivir con prisa y tener ocupaciones.

Eso si, la vida contemplativa ha hecho de mi una persona mas apacible.





lunes, 11 de enero de 2010

Re-vuelta



Me da tanto miedo volver a escribir que me tiemblan las manos sólo de ponerlas sobre el teclado.He de confesar que nunca confié en mi expresión, hablada o escrita, ni de las hiperbólicas comparaciones carentes de chispa. Por si fuera poco mi miedo, mi colosal ego, criatura de incontables dimensiones y afortunadamente intangible, me empuja a realizar todo lo que de mi incallable boca surge en mis no poco sexys momentos de grandeza.
Suficiente por hoy.
Os debo una vuelta digna.