martes, 23 de marzo de 2010

Mens sana in corpore sano


Ciertamente será la experiencia la que te haga fuerte. Extrapolando cualquier actividad humana a la gimnasia, así llamado en tono ofensivo por sus detractores al deporte, puedo decir y digo que más vale el esfuerzo que la aptitud. La pereza me acompaña de la mano, pero eso no hace si no reforzar mis pocas horas útiles del día para centralizarlas en los campos que más fuerte me veo. Pues como dice el dicho, más sabe el diablo por viejo que por diablo. Si dedicas media vida a algo, por joven que seas, serás perro viejo en esa actividad.
Mis aptitudes no son ni mas ni menos que las de una persona corriente, con un ego que me hace creer superior a la media en cuanto actividades mentales se refiere, y un uso indiscriminado de recursos estilísticos que avalan mi mentira.

Pero la vergüenza me ayuda y me empuja al esfuerzo. Cada ocasión la aprovecho al máximo para aprender y nutrirme; y haciendo un sobrehumano uso de memoria soy capaz de con retales, crear un aparente dominio de la situación, y sobre este, comenzar un tedioso pero efectivo ejercicio de aprendizaje con el que sentar unas bases.

Sinceramente, el que no pregunta no aprende. Fallaré y seré corregido. Asumiré responsabilidades que me superen años luz. Improvisaré y haré uso del ensayo error.

Pero antes o después, sin apenas notarlo, me podrán llamar experto.