lunes, 21 de junio de 2010

Me llamo Rubén

Por algún extraño motivo llevo días durmiendo apenas unas horas.

La desocupación te hace entrar en el circulo infinito de la vaguería extrema y todo lo que esté mas allá de la televisión o internet pasa a ser un universo desconocido.

Ojeando sin mucho ánimo la primera opción, y con un amplio abanico de mas de cincuenta canales, fui a parar, quiero pensar que no de casualidad, con un interesante documental en el que se exponía cierta información científica que mas que afirmar no descartaba la opción de los viajes en el tiempo.

Aunque le presté más atención que a nada este último mes, saque más o menos en claro que cuanta mas velocidad (cifras cercanas a la velocidad de la luz) mas despacio pasa el tiempo, y que cuanta más masa en un punto (agujeros negros, para poner un ejemplo plausible) mas lento pasa el tiempo. Tras asombrarme a mi mismo por la rapidez en la que convertí la más avanzada ciencia en un chiste de gordas, en mi cabeza claro, pues estaba solo, descarté por completo toda la información objetiva y para gente de un nivel intelectual mayor que el mío y me limité a darle vueltas al concepto del tiempo.

Cuando pasas casi dos días sin ver a una persona, valga la redundancia, en persona, te planteas tu existencia; pero cuando no haces nada por remediarlo, entonces es normal. Me alivió llegar a esta conclusión, pero una vez descartada de mi mente la opción de convertirme voluntariamente en un exiliado de la vida social volví a pensar en el concepto del tiempo.

Sinceramente no me importaría morir mañana, no es una idea suicida ni mi vida es lo suficientemente mala como para ni si quiera plantear nada parecido, pero no puedo vivir con esa presión. Pero aliviar esa presión eso no me hacia dormir mejor.

Repasando una lista mental no conseguí echarme en cara nada que tener que cambiar para poder dormir tranquilo. No era no haberme matriculado en la universidad, ni no haber sido lo suficientemente bueno como para que mi novia no me dejase, ni haber roto voluntariamente una mas que buena amistad sin un motivo aparente. No era ningún caso en concreto, pero iba por el buen camino.

Tantos capítulos de "me llamo Earl" habían, con la ayuda de los que me enorgullece llamar mis amigos, conseguido que abriera los ojos y me diese cuenta de que, muy probablemente, no sea la bellísima persona que siempre he creído y querido ser.


No soy un criminal ni un mentiroso, pero desde luego no soy lo que por definición se conoce como una buena persona. No voy a hacer una lista, ni voy a enmendar todos mis errores del pasado; pero arreglaré lo que deba, y trataré de hacerlo todo, a partir de ahora, mejor; aunque para ello sea yo, por una vez, el que tenga que sacrificarse.

Al menos, estoy seguro de que dormiré mejor.

Para los que se tomen a broma mi "insomnio" solo añadiré la vieja frase, más no quiere decir mejor.

Para empezar con este nuevo estilo de vida este espacio se empieza a llamar desde hoy, Me llamo Rubén.

Haz cosas buenas y te pasarán cosas buenas.