Me da tanto miedo volver a escribir que me tiemblan las manos sólo de ponerlas sobre el teclado.He de confesar que nunca confié en mi expresión, hablada o escrita, ni de las hiperbólicas comparaciones carentes de chispa. Por si fuera poco mi miedo, mi colosal ego, criatura de incontables dimensiones y afortunadamente intangible, me empuja a realizar todo lo que de mi incallable boca surge en mis no poco sexys momentos de grandeza.
Suficiente por hoy.
Os debo una vuelta digna.
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