martes, 12 de enero de 2010

Sin prisa, por favor


Sobradamente se podría afirmar que has de haber perdido algo, o por lo menos, darlo totalmente por perdido, para valorarlo como se merece. También que actuar por impulsos es peligroso y divertido a partes iguales.

Es estúpido el ser humano, capaz de burlar a la sabia naturaleza y sus instintos para complicarse la vida. Aunque cierto es que merece la pena sufrir años por conseguir aunque sean unos pocos minutos de auténtica felicidad.

Y así toda la vida. En busca de aquello que cada cual entiende por felicidad, repartiendo codazos a diestro y siniestro para abrirse paso entre una multitud cegada por las luces de la gran ciudad.

La gran ciudad, que todo lo corrompe y prostituye. Comida rápida, café para llevar, venta on-line y maquinas dispensadoras de casi cualquier cosa que puedas imaginar.

No queda tiempo para nada, todo se mueve rápido y será mal visto el que levante la cabeza del suelo para brindar un "buenos días".

Estaciones rebosantes de gente que va y viene, despedidas en el andén como en los viejos tiempos y ordenadores que sustituyen a los anticuados libros.

Echo de menos la gran ciudad, al menos la mía, echo de menos dormir poco, vivir con prisa y tener ocupaciones.

Eso si, la vida contemplativa ha hecho de mi una persona mas apacible.





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