lunes, 26 de enero de 2009

Moderno moderno

Las modas cambian, lo supuestamente moderno arrasa con lo antiguo y si de una forma u otra no te subes al carro, serás juzgado y catalogado por los distintos e innumerables grupos sociales.

El ser humano, como bien dice un famoso dicho, es capaz de tropezar dos veces con la misma piedra, y buena prueba de ello es este tema que hoy nos tiene atavíados. Una nueva oleada con aires ochenteros invade nuestras calles, tiendas, y especialmente bares de copas y salas de conciertos.

El fenómeno "Amy" está dejando una rienda, posiblemente suelta en exceso, que los y sobretodo las jóvenes de esta, nuestra sociedad (como diría el Sr Cuesta), jueguen disparatadamente con prendas, colores y complementos como si de un collage se tratara.

No es cuestión tampoco de cohibir o capar de ninguna manera los gustos de la gente, pero si de fomentar unos estándares básicos de combinación de colores y texturas, basados en frecuencias, y cientificamente demostrados.

No tanto de estética y combinaciones trata éste escrito, si no de filosofías de vida y prejuicios.
Cada forma de vestir, llevar el pelo o maquillarse te cataloga, a priori, en un grupo social, dando por hecho en el mayor de los casos unas costumbres, hábitos (saludables o no) y gustos afines con tus estéticamente semejantes (sin tocar el colosal mundo musical que esto conlleva).

Bien es cierto que algunas veces es la necesidad la que hace esa estética, un deportista lucirá sus prendas, no solo por estética, y así muchos otros diversos casos.

Pero no nos quedemos en la superficie, con el tiempo se pierde pureza, cada generación pierde algo, como si grabación en cinta magnética fuese, y ya quedan pocos "puretas" entre nosotros. Por ejemplo, un punky lo era por que vestía su chupa y unos vaqueros rotos, del uso, y sin importarle si las botas se manchaban de pintura o no, ¿respetable? claro.
Ahora, cierto es que punkys hay más que nunca, pero de dudosa filosofía. Todo se estudia al milimetro, los pantalones nuevos son rotos y conjuntan los cordones de las botas con la palestina, y se pintan las uñas de colores vivos sus representantes femeninas. Señoría, no hay más preguntas.

Los llamados pijos, son personas que visten ropa de marca, pero no es esta su característica principal, parece ser obligatorio ser gilipollas, con perdón, para lucir con desencanto un peinado ridículo que te tape un ojo, y hablar "seseando" y diciendo palabras como mogollón, chupi, jopetas, y otros ciento de miles de expresiones caducas. (Efecstivie wonder molará siempre, no lo olviden). Releyendo esto último, no parece ser, es obligatorio ser gilipollas para peinarse así...

Les propongo un juego, cambién un día radicalmente su forma de vestir e intenten actuar normalmente.

Les dejo con Forever Young, de Alphaville a parte de un gran tema, versionado últimamente en un anuncio, claro ejemplo de una correcta vestimeta ochentera.



Una buena sociedad se basaría en el respeto...










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