Eso sí, fiel a mis principios de coherencia y uniformidad de pensamientos, lo mío será mío o por lo menos de mi agrado y satisfacción hasta el fin de los días una vez conseguido.
Mi mente, divagante y entretenida constantemente en metas difícilmente alcanzables, tiene un límite de almacenamiento, además bastante pequeño. Por esa razón prefiero deshacerme de cualquier recuerdo material, véase fotos, recortes, videos y demás, en pro de mantener mi cerebro exento de trabajo al menos en las horas de descanso.
Además confío en la teoría de que atarse al pasado lo único que trae son prejuicios y pudores a la hora de actuar en el directo, y esto afectará al futuro recuerdo, y así terminará la pescadilla mordiéndose la cola.
Nunca fui altruísta (aunque últimamente cegado por luces de colores vivos actúe de la forma más impersonal jamás contada en mi haber, elevando a terceras personas pisos por encima mía) siempre he tirado de Quid pro quo y en su justa medida es lo que todos necesitamos.
Le podrán llamar demagogia a un correcto uso del léxico a favor de mis intenciones, y me podrán tachar de arrogante los que verbalmente parece que, aun naciendo en el mismo pais que yo, hablen otro idioma.
Podrán algunos buscar la pregunta sin respuesta a la que responderé con otra pregunta, o la respuesta a la pregunta que formularé ironicamente.
Podrán muchos hablar durante horas y decir menos que otros en apenas segundos.
Se repartiran injustamente las posibilidades de avance de los más aptos para que las clases no se separen bruscamente.
Caparan la inteligencia humana por miedo a la autodestrucción basandose en las acciones de unos pocos.
Pero yo me mantendré fuerte en mi decisión de mejorar, día a día, mi relación con mis semejantes.
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